Entre Rios, Friday 20 de February de 2015
La denominada marcha del silencio reunió a cientos de miles de argentinos en la ciudad de Buenos Aires y en decenas de urbes del país, entre ellas nuestra ciudad de Paraná. ¿Qué significado darle?
Primero que nada me viene a la mente la palabra República. Repetida y reiterada en esto últimos tiempos, se trata de una palabra enormemente abstracta. Conviene entonces precisarla un poco. En una República gobiernan las instituciones y las leyes por sobre la voluntad arbitraria de los hombres (y mujeres). En una República, las normas determinan fuertemente la conducta de los hombres y mujeres que tienen poder en las instituciones. Es decir, el poder se encuentra institucionalizado. Quien lo detenta, encuentra muchos límites reales si quiere actuar por fuera de lo que las normas (la constitución, las leyes) le permiten. ¿Y esto para qué sirve? Bueno, digamos que – salvo los anarquistas – todos estamos de acuerdo que debe haber un Estado, y que este debe ser conducido, gobernado. Es decir, que es necesario un poder que asegure el orden, puesto que el mismo no es espontaneo. El punto es, que ese gobierno tiene que tener la fortaleza suficiente para gobernar, pero no tanta como para sojuzgar a la sociedad. La República implica entonces un régimen en el cual  el poder se encuentra dividido en ramas –Ejecutivo, Legislativo, Judicial – que impiden su concentración. De ese modo, los ciudadanos tienen un gobierno que conduce el aparato estatal, e instituciones que impiden que quien gobierna abuse del poder. 
Volviendo a la marcha del 18 de febrero. ¿Fue por la República y la Democracia? ¿Fue para pedir Justicia? ¿Fue contra el gobierno? ¿Fue para homenajear al Fiscal muerto? ¿Fue una marcha opositora?
Todas son respuestas válidas y complementarias entre sí. Resulta frustrante el discurso oficialista, que anatemiza el ejercicio ciudadano de manifestarse y expresarse. Quiero resumir esta mirada con un comentario que hiciera un amigo peronista en mi muro de Facebook: me decía algo así como “déjense de tanta marcha y ganen elecciones”. Frente a tal comentario – que es un reflejo del discurso oficial – cabe decir: ¿Por qué hay que ganar elecciones para ser escuchado? ¿Por qué hay que ganar elecciones para reclamar por la justicia? ¿No son acaso parte del país los que no tienen afinidad política con el  gobierno?
La democracia procedimental implica elección popular de los gobernantes. Pero no puede significar conferirles el derecho a hacer cualquier cosa, más allá de las competencias establecidas por la constitución y las leyes. Más allá de derechos inherentes a la persona humana. No sería propio de una República Democrática, y la verdad… tampoco de una democracia.
Es por tanto razonable, de sentido común pero también de un alto significado innovador, el haz de pedidos, reclamos, exigencias y anhelos que se expresaron en las multitudinarias marchas del 18F en todo el país.
Veamos los hechos crudos, que deben enmarcarse en la investigación de la  causa AMIA, el acuerdo con Irán y la existencia de una disputa en el seno del área estatal de los servicios de inteligencia: un Fiscal Federal  presenta una denuncia penal contra la Presidente de la Nación, su canciller, y otros funcionarios y cuatro días después, en la jornada previa a ir a informar al Congreso de la Nación, el hombre aparece muerto.
Ante tal hecho, que dejó atónito a la opinión pública – nacional e internacional – la reacción del gobierno fue de una insolencia y contradicción que roza lo bizarro. Todo aquel que lea este artículo debiera recordar que se trata de un gobierno que en cadena nacional difundió un spot que llamaba GENIA a la Presidente de la Nación. No se trata de estilos, que pueden ser más o menos informales (pensemos en Illia paseando sin custodia en plaza de Mayo) sino de formas esenciales.
Por todo esto, quiero creer que la marcha fue por la República. Es decir por la Democracia.
La dirigencia argentina – no sólo la política, sino también la económica, social en general, la elite cultural – debiera plantearse como línea directriz de acción para el futuro aquello que señalara don Luis Etchevehere en 1914, cual es la necesidad de institucionalizar el País. Instituciones fuertes, he aquí un programa. Empezando por el Estado. En la Argentina el Estado es débil, pese al discurso en su favor. Tiene pocas capacidades, por eso el gasto público no evita las muertes por desnutrición ni el deterioro del sistema educativo público.
La muerte de Nisman ha logrado escandalizarnos. No es poca cosa, en un país donde parece natural que a la presidente le llamen GENIA por cadena nacional.
 
Ramiro Pereira
Abogado; miembro del Comité Capital de la Unión Cívica Radical de Paraná y del Instituto Moisés Lebensohn