Internacional, Saturday 13 de April de 2019

En octubre de 2016, Fernando Manrique decidió matar a toda su familia. Para ello, compró dos tubos de monóxido de carbono y los colocó en la ventilación de la casa de Sidney, Australia, donde habitaba junto a su mujer Maria Lutz de 43 años, y sus dos hijos autistas Elisa y Martin de 11 y 10.

Eso es lo que ocurrió según estiman los investigadores que esta semana, retomaron en caso para reconstruir el fatal suceso y, de comprobarse, lograr regular la venta de monóxido de carbono para que no se logre obtner con la facilidad con la que presuntamente lo consiguió Manrique.

La decisión de Manrique se produjo luego de que su esposa descubriera que tenía una amante menor de edad en Filipinas, donde él viajaba dos semanas por año, por trabajo. Al enterarse del hecho, sumado a las mala finanzas familiares, la mujer le pidió el divorcio a su esposo dado que “ella había tenido suficiente de él. Iba a ir a criar a los niños y ella iba a vivir su propia vida”, expresaron allegados a la familia.

En la escena del crimen, donde los chicos se presume que murieron mientras dormían, los investigadores encontraron una valija y dentro de ella, el comprobante de $3400 enviados a la amante filipina como un modo de “regalo de despedida”.

La relación con la amante había durado cuatro meses, y según la joven, Manrique se había comprometido a apoyarla y comprarle una casa. Entre las promesas realizadas, Jamilyn indicó a la policía que los encuentros iniciaron en el bar donde ella trabajaba y luego de dos semanas, él le pidió que renuncie debido a que le enviaría dinero.

Dicha ayuda se daba pese a que el presunto asesino le debía a la Oficina de Impuestos de Australia más de $ 15,000 y $ 28,000 en su tarjeta de crédito. Además, detalló que la familia tenía solo $ 6 en su cuenta fiduciaria, unos pocos miles en otras, y solo pagaba los intereses de dos hipotecas que sumaban más de $500,000.