Nacional, Thursday 21 de May de 2020

Desde que se decretó la cuarentena, algunas personas quedaron encerradas en monoambientes, otras en departamentos. Unas cuantas en casas con patio y miles en habitaciones de hoteles o hostels a miles de kilómetros de sus hogares.

A Emiliano Donadio no le tocó encerrarse en un par de metros cuadrados, sino en más de 700 mil hectáreas. Él es biólogo y desde el 20 de marzo está varado en el Parque Nacional Iberá, en Corrientes . Si bien tenía planeado volver a su casa en abril, su vuelo hacia San Martín de los Andes -lugar donde reside- se suspendió y decidió quedarse allí, realizando actividades de cuidado dentro del parque.

"Yo tenía programado volver a mi casa en abril, pero se suspendieron los vuelos. Como estoy lejos de todos los centros urbanos para tomarme un colectivo, decidí quedarme en las instalaciones que tiene la fundación para la que trabajo en el parque", cuenta Donadio por WhatsApp.

Hace varios años que se desempeña como director científico de Rewilding Argentina, una fundación creada para enfrentar y revertir la extinción de especies y recuperar la funcionalidad de los ecosistemas a lo largo y ancho del país.

Si bien esta vez su estadía dentro de Iberá será más extensa, cuenta que no es algo tan ajeno para él ya que suele pasar muchos días en diferentes parques nacionales. Los proyectos de Rewilding Argentina lo llevaron tanto al oeste de la Patagonia para investigar la migración estacional de los guanacos, como al Parque Nacional San Guillermo de San Juan para estudiar el comportamiento de los pumas.

Lo que a muchos podría parecerles arriesgado, para él -y el resto de las personas que quedaron en el lugar- es sinónimo de privilegio.

"Acá podemos ir afuera porque no hay nadie. Estamos rodeados de naturaleza y mucha fauna silvestre. En comparación con gente que hace más de 50 días que está entre cuatro paredes, realmente somos privilegiados. Hay mucha gente que la está pasando mal, pero nosotros no", cuenta.

Emiliano, junto a la directora de la fundación y gente local, están alojados en la reserva Rincón del Socorro. Esta zona cuenta con infraestructura para el personal del parque y hasta con una hostería para turistas que, actualmente, está cerrada.

"Yo me vine para acá porque tenía que colaborar con unos compañeros en el diseño de planes de monitoreo de la fauna local. Desde que empezó la cuarentena, sólo hacemos actividades necesarias para mantener estaciones biológicas y el bienestar de los animales que están en los proyectos de reinserción, pero que todavía no fueron liberados ", detalla.

La rutina diaria de Emiliano empieza temprano todos los días con la luz natural que ilumina las pocas paredes que se ven en el parque. Abre la puerta y está rodeado de un horizonte amplio. El grupo que está en el parque se abastece de huertas y animales de crías. A esto se le suma algo vital para muchas personas: la señal de Wi-Fi que le permite estar conectado cuanto quiera y desee. Muchas veces aprovecha el tiempo para escribir sobre los proyectos de la fundación.

"Acá estamos a 90 kilómetros de la ciudad de Mercedes. Cada 10 días, alguna camioneta va hasta allá y nos trae lo que necesitamos. Nuestra cotidianidad no cambió mucho. Lo extraordinario es que no podemos movernos libremente por el país como antes", cuenta.

La naturaleza infinita del Iberá es parte de sus "cuatro paredes": carpinchos, zorros pecaríes, corzuelas y ciervos de los pantanos deambulan alrededor de las casas.

"Los animales están y son visibles porque lo son desde los últimos años. Están acostumbrados a la presencia de la gente y no molestan porque hacen su vida, en su ambiente", detalla.

Desde 2007, Rewilding Argentina trabaja en el Gran Parque Iberá, una zona en la que se unen un área protegida nacional y una provincial, que alcanza a cubrir más de 700 mil hectáreas, siendo el mayor parque natural del país.

Allí Rewilding Argentina hace un trabajo titánico: el de proteger a la mayor población mundial de algunas especies como el yetapá de collar y el de recuperar otras que fueron devastadas en la zona como el yaguareté, la nutria gigante, el tapir, los pecaríes de collar y labiado, el oso hormiguero gigante, el muitú, y los guacamayos rojo y violáceo.

Desde que empezó la cuarentena miles de escenas de animales que aparecían en medio de las ciudades se reprodujeron en todo el mundo: lobos marinos en Mar del Plata, jabalíes en Israel, ciervos en Japón.

Al ser consultado sobre este síntoma, Donadio explicó que esto no significa -como mucha gente cree- que la naturaleza esté recuperando terreno perdido.

"Estos animales se están viendo en lugares a donde nunca se los vio. Es algo que no implica que la naturaleza se está recuperando. Son animales más curiosos que se acercan a lugares porque no hay gente. Pero, una vez que la gente vuelva a salir, van a volver a desaparecer".

Algunos estudios científicos mostraron que lo que sí mejoró como consecuencia de la cuarentena mundial fue la calidad del aire. Para Donadio esta situación es prácticamente imperceptible en lugares abiertos como los parques nacionales, lo que sí se está empezando a ver es la mayor presencia de cazadores furtivos.

"El Covid-19 impacta fuertemente en lo que es la presencia de turistas e investigadores y la consecuente intensidad del control de guardaparques. Esto se está viendo en parques de Asia y África: la falta de gente en los parques está resultando en un aumento de la caza furtiva" , detalla Donadio y agrega que en Capivari, dentro de Iberá, se registró a un grupo de cazadores de loros.

A esta situación se suma que muchos parques y sus comunidades dependen del turismo para su desarrollo. En Iberá, por ejemplo, hay una red de más de 100 hombres y mujeres que se dedican a cocinar recetas locales y las venden a los turistas que pasean por la zona.

"Si no hay turismo, no hay ingresos. Si no hay ingresos, la población más pobre pierde y no tiene otra que salir a cazar para subsistir. Esto es lo que se está viendo en otras partes del mundo y lo que están discutiendo conservacionistas en todo el mundo".

Como amante y celador de la naturaleza, Donadio tiene la esperanza de que esta situación sirva para que las personas "tomen conciencia" sobre su interacción con el medio natural.

"Espero que se tome conciencia de la necesidad que tenemos de reparar todo lo que hemos roto a nivel ambiental. Nuestra fundación se dedica a eso: a restaurar ecosistemas reintroduciendo especies nativas que se perdieron. Ojalá haya un cambio en cómo nos relacionamos y entendamos que la destrucción de los ambientes naturales es responsable de las pandemias que sufrimos. No sólo de esta, sino también de las que se produjeron en el pasado".

Por: Carola Cinto La Nacion.